sábado, 16 de febrero de 2008

Un abrazo (mis videos)

lunes, 4 de febrero de 2008

Desacariciado

Sin duda lo que más me ha llamado la atención hoy han sido las caricias. Ese simple gesto de rozar con la mano un brazo, o pasar la mano por la espalda, desbarata lo que uno dice o intenta ocultar con las palabras. Más allá de lo que queremos aparentar esta la verdad de nuestros gestos, como un impulso involuntario que expresa el sentir más profundo del alma. Hoy los gestos han delatado a nuestro rey y han rasgado la coraza que lleva puesta nuestra princesa. Hoy sus gestos los han dejado al descubierto. Unas caricias, unas simples caricias que pasan inadvertidas entre el bullicio de las palabras y el movimiento del dialogo, han contado la verdad que sus bocas no se atreven a gritar. Un roce lento, ligero, que contiene un sentimiento en cada una de las terminaciones nerviosas de las yemas de los dedos. Y en todo ello la piel, como conductor de sus anhelos.

La princesa aprendió a perdonar al rey y a convivir con el dolor del engaño. Extrañamente es juzgado por un engaño económico, cuando el engaño más hiriente fue el engaño del corazón. Pero a pesar de todo, el amor es más resistente que el dolor. Es como si el engaño fuese agua y el amor ese bálsamo de aceite que siempre flota por encima. El agua, el dolor no se evapora, sigue allí condensado, pero cuando uno deja de agitar la mezcla, el aceite, si es realmente puro y debidamente refinado, vuelve a ocupar su lugar por encima del líquido elemento. Hoy las caricias de la princesa a nuestro rey nos han enseñado el color, la textura y el sabor de su aceite, el aceite de la vida. Se le escapó resbalando por sus manos y le llegó al rey en forma de roce delicado. ¿Cuantos componentes encierra ese gesto? ¿Cuantos sentimientos? Quizás ni ella misma se haya dado cuenta, el rey tampoco. Pero su aceite se vertió sin remedio, a pesar de sus almas, a pesar de las situaciones difíciles, a pesar de lo que quieren aparentar, a pesar de ellos. Una caricia que significa te apoyo, estoy a tu lado, te comprendo, comparto tu dolor, tus miedos, formo parte de tu alma porque tu formas parte de la mía, en definitiva un te quiero. Sin duda las caricias cambian de significado dependiendo de a quien se den, y cambian dependiendo de lo que nuestra alma sienta por la persona que la va a recibir. Sin duda nuestra caricia alberga sentimientos diferentes cuando se acaricia ha un niño, a un amigo o a un amor. Y hoy irremediablemente la carga emocional que contenían sus caricias era el reflejo del amor, de ese aceite que no se disuelve por más agua que echen encima intentando taparlo, las palabras pueden negar la evidencia pero los gestos son libres, espontáneos, casi sin pensar.

El rey ha recibido esas caricias, pero también ha acariciado, descubriendo en ellas su deseo. La diferencia entre uno y otro es que el rey no ha ocultado sus anhelos. La princesa sabe que el rey desearía acariciarla siempre, tenerla a su lado y regalarle sus manos para que siempre se sintiera acariciada, arropada, querida, amada. En cambio la princesa ha estado constantemente reprimiendo sus anhelos, arrojándolos al olvido, ocultándolos entre las decisiones, negándolos a cada instante. Pero hoy sus manos han hablado por ella, tirando por tierra cualquier argumento que su mente pudiera fabricar. Y una se pregunta cuando acaricio al caballero de la mesa redonda de la misma manera por última vez. Indudablemente la respuesta es clara. Nunca. Siempre ha sido la acariciada, sus manos no sintieron la necesidad de transmitir ningún sentimiento, ningún impulso de afecto desmedido corrió por su piel, tan solo caricias amistosas, a veces obligadas, pero nunca con el frenesí de un alma que muere de amor. Ella siempre ha guardado sus caricias para él. Y el rey que tanto tiempo ha sido desacariciado por ella, hoy a vuelto a sentir el roce sinuoso del corazón de su princesa en las yemas de los dedos, como un bálsamo, como un aceite que impregna y penetra en la piel nutriéndola. Hoy nuestra princesa esta acercándose de nuevo a nuestro rey, sin que nadie lo vea, delicada, escondida tras una inocente caricia sin más importancia para el resto del mundo, pero que entrega el corazón al descubierto. Hoy sus almas se han acariciado aunque nadie haya prestado atención. Sus miradas lo han confirmado.

El amor no necesita palabras sólo caricias.

sábado, 2 de febrero de 2008

Caminantes sin camino


El camino del rey y la princesa, que hasta ahora habían recorrido juntos, ha llegado a un cruce repleto de bifurcaciones. Cada bifurcación representa una opción de vida, una opción que ellos mismos deben decidir. Las variantes son múltiples, tantas como sentimientos alberga el alma, por lo que la decisión es dura. Sentados frente al camino que se divide en mil caminos más, miles de preguntas se agolpan en la mente, una por cada sendero a tomar. Indecisión,razón, locura, corazón, mente, dudas, confusión, certezas...Todos intentan opinar sobre el camino a seguir. Uno se sienta justo en el centro, esperando ordenar sus sentidos y decidir que camino tomar, y cual dejar atrás.



Toda nuestra vida está llena de decisiones. Desde que nacemos ya tenemos que elegir, decidir qué hacer, aunque sólo sea inconscientemente, sin saberlo, sin pensarlo. Elegimos respirar. Elegimos luchar. Elegimos vivir. Y, desde ese preciso momento, cuando la primera bocanada de aire entra en los pulmones, tenemos y debemos decidir qué camino escoger de los múltiples e interminables caminos que se nos presentan a cada instante. Aunque seamos pequeños, aunque no nos demos cuenta de nuestros actos, de sus consecuencias, siempre se hace, siempre se decide. Y, ya sea algo en apariencia inocuo, ya sea una simple elección de juegos, ya sea el acercarse a alguien y sonreírle, con la inocencia de esa edad… ese simple gesto, elección, decisión, es importante: puede que, más adelante, esa misma persona aparezca y sea importante para nuestra vida. O puede que no. Nunca se sabe. Las decisiones son caminos inciertos en la lejanía, y siempre tenemos que elegir, aunque no queramos, aunque tengamos miedo a lo que venga después…


Durante un tiempo el rey se empeñó en seguir el mismo sendero que su princesa, a veces por detrás de sus pasos, en la distancia, a veces por delante, sin decirle nada, pero el cansancio y la fatiga han aparecido en él. La gente de su alrrededor ha estado constantemente diciéndole que el camino que seguía, ese camino llamado reconquista, era un camino sin salida, cortado y lleno de peligros, y quizás tuvieran razón, pero era él quien caminaba, era él quien tenía que ver y decidir.


Y Ayer sentados los dos en ese cruce, nuestro Rey se dió cuenta de que había llegado él momento de que cada uno andara sobre sus pasos:


-Voy con mi mochila cargada de buenas intenciones, de alguna mentira del ayer, de alma contenida, de caminos sin dirección. Porque me encuentro en un sendero que a avanza sin destino, y a cada momento, va cambiando el paisaje. Sin duda equivoqué mis pasos- dijo el Rey.
-Te acompañé durante muchas lunas en tu viaje loco, en tu aventura de Robinsón, sin saber los peligros que corría, sin a penas provisiones pero con alma atrevida. Mi aventura se queda aquí, donde decidiste continuar tu andanza, yo me perderé en el camino como me perdí un día en tu sonrisa y seguiré aventurándome, esta vez en la ira, y en lo estrambótico del odio, por que cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros.

-Me siento desorientado hoy en mi viaje, sin ti perdí la brújula que guiaba mi norte, no veo el final del camino, perdí la senda de mi juicio y ya no quiero mas hazañas, no quiero pensar en que punto de mi sendero me desvié, no quiero pensar donde empezaron mis pasos y en donde acabaré. No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento. ¿Donde están aquellas rutas que caminamos juntos? Hubo un día en que andabas conmigo, y que tu aliento era cálido y tu cuerpo rezumaba vida. Mi mundo hablaba por tu boca y me toco el corazón con tu cara. Pero de repente, o yo camine muy deprisa o tus pasos se pararon junto a la sombra de la confusión para siempre. Y tuve que seguir a solas mi camino.
Será porque, en ocasiones, el corazón se siente abrumado por la melancolía, y ahora que voy ha dejar de caminar a tu lado, la tarde mete sus uñas venenosas en el sombreo cuerpo del olvido. En esta hora, la nostalgia no viene del ayer. Seguramente viene del ahora mismo. Del solo hace un minuto que estabas aquí. Solo hace un instante que eras mi estrella polar. Yo quiero seguir dejándome guiar por tu luz, y comprarme un billete, solo de ida, sin vuelta jamás, y caminar a tu lado y que camines conmigo. Mi aventura ya no es aventura y pierde su sentido sino te aventuras junto a mí.

- Hoy todo a cambiado, nada es igual, yo elegí mi camino y tu deberías hacer lo mismo

- ¿Que camino vas a tomar princesa?

- Voy a seguir mi sendero, este nuevo que empezé a andar el día que me negaste.

- Bien, voy a dejar que camines tranquila por el, yo tomaré el camino contrario, pero si hubiera alguna posibilidad de desandar lo andado y volver a reunirnos en este cruce para tomar juntos el mismo sendero...

- No, no la hay, una vez tomado un camino no hay vuelta atrás.

- Quizás volvamos a encontrarnos en otro cruce de caminos...

- Quizás...


Irremediablemente el rey y la princesa decidieron tomar cada uno su senda. Ninguno de los dos sabe que se encontrará al final, si va a ser un simple paseo agradable o si algún tronco, magullado por el tiempo, les cortará el paso obligándoles a saltar cueste lo que cueste.


La princesa se levantó y sin decir nada se puso en marcha alejándose por su sendero, el rey veía su figura alejándose, poco a poco más pequeña.En mitad del camino, el caballero de la mesa redonda la estaba esperando, para cogerla de la mano y seguir andando juntos. Cuando apenas se intuían sus sombras, la princesa miró atrás para comprobar si el rey aún estaba allí, intentando eleguir su camino. El Rey no se dió cuenta de ese detalle y eligió el derrotero de la derecha sin saber muy bien a donde le llevaría, eligió ese camino movido por un impulso, por la tristeza de su andar solitario y con la sensación de que sus pies la echarán de menos. Ahora deberá andar solo, deberá sortear todos los escollos que la vida le ponga en su caminar, deberá luchar por rehacer su vida y encontrar nuevas alegrías en su camino. Un nuevo andar.


Hoy sus caminos se alejan, tal vez seguirán paralelos, tal vez les lleve al mismo lugar, tal vez les guie la luz del mismo faro, o tal vez no. Quizá más adelante vuelvan a reunirse en un nuevo cruce de caminos, y quizás entonces la elección sea diferente, porque... "Caminante no hay camino, se hace camino al andar."