11 de Enero de 2008

Y ha habido algo que se ha adentrado en mis sentidos y en mi imaginación, no, no ha sido ese último beso antes de los títulos de créditos, sino la lucha por mantener suyo el lugar donde todo empezó. Ese ascensor.
- ¿Como han cambiado las cosas desde que nos besamos aquí la primera vez?
- Mucho
- No beses a Nacho aquí. Guarda ese recuerdo para ti y para mí.
- Álvaro....
- Solo te pido que no lo hagas aquí
Sin duda me guardó el recuerdo de esta escena para mí y para ti, sublime, cargada de connotaciones indefinibles. Por un lado evoca lo vivido, ese primer beso, obligando a la princesa Beatriz a revivirlo, a volver a sentir el pasó decidido del rey camino de sus labios, le devuelve a su boca el sabor de su beso, el primero, el que te llena, te emociona y te eleva, el que magnificas, el que te derrite, el que siempre se recuerda como algo especial.
El subconsciente traiciona y no entiende de tempus fugit, no entiende de cronologías, ni de mentiras, simplemente se dedica a devolvernos una y otra vez la magia de aquel momento, el momento en que se besaron por primera vez, y de alguna manera, hacernos sentir ahora la felicidad del momento de ayer, nos embriaga, nos invade y nos vuelve hacer sentir la alegría y el amor que se sentía en ese momento
En cierta manera esa pregunta del Rey le obliga a recordar a la princesa el amor que le profesaba pero con la peculiaridad de hacerlo en tiempo irrealmente real, como un cortar y pegar de sentimientos, cortar el amor de ayer y pegarlo en ahora, en este instante.
Pero la princesa al darse cuenta de la doblez de la pregunta, opta por un mucho cargado de distancia. Se aferra a las primeras palabras de la formulación d rey, "Como han cambiado las cosas" obviando la segunda parte. Ese mucho de la princesa es una sencilla manera de recordarle a su subconsciente que vuelva a su lugar, que deje de evocarle, de recordarle, de hacerle sentir de nuevo que para él ella es un ángel. Y las palabras vuelven a ella "es usted un ángel "- le dijo aquel día, y martillea sus sentidos, e inevitablemente vuelve el sabor de su beso a sus labios, vuelve el rubor, el alma se eleva como antaño y es como si su mano volviera a acariciarle estremeciéndola de nuevo. Por eso, porque volvería a caer, porque sentiría como una verdad de ahora aquellos sentimientos del pasado, se deja derrotar por ella misma, desde su consciente, recordándole que ya no es lo mismo, que ya no son los mismos, que han cambiado y "mucho". Un mucho que pone como barrera, como un recordatorio para si misma, un frío que congela el sentir, un mucho que encierra otros muchos "muchos tristes", mucho desamor, muchos sueños rotos, mucho llanto, mucho dolor, mucho mentira, muchas desconfianzas, mucho recelo, mucho daño, mucho remiendo, muchas experiencias, mucho aprendido, mucho de lo que desconfiar....mucho y demasiado.
Quizás si se hubiera parado a pensar su respuesta y no hubiese dejado actuar tan rápido a su consciente, su hermano gemelo Subconsciente le hubiera susurrado al oído la palabra demasiado, esa palabra que lleva camufladas la esperanzas de recuperar lo perdido, del deseo de regresar a aquellos sentimientos, un ¿porque no volvemos a amarnos como antes aunque no me atreva a decírtelo ni a confesármelo? Un mucho que aleja y un demasiado que recupera. Pero nuestra princesa no podía permitirse recuperar lo de antes, demasiadas situaciones nuevas en juego, y siempre es más fácil alejar a una persona del corazón que recuperarla al lugar donde se le alejó.
Una orden (No beses a Nacho aquí) y una petición (Guarda ese recuerdo para ti y para mí) Una orden como cuando él era su jefe y ella su secretaria, cuando eran un equipo sumiso y sometido, y ella acatará la orden, porque el subconsciente sabe que ella sigue siendo su secretaria, sabe que desea seguir manteniendo ese hilo que les unió, ese Director general que la enamoró y esa secretaria que le consiguió, y esa canción vuelve a su cabeza, la que les llevó al lugar donde ocurre en ese instante la conversación, y de nuevo esa tonada, y de nuevo esa letra "secretaria, secretaria..."que le canta las verdades, y de nuevo la lucha del consciente y el subconsciente, entre los dos disimulando lo sentido, lo que no ha dejado de sentir, lo que todavía siente, lo que esta sintiendo en ese segundo.
El consciente lo pasa por alto intentando entender lo siguiente, la petición, el subconsciente con cadenas atado a la verdad, con la boca tapada y haciendo un esfuerzo en su balbuceo para que le llegue algo entendible, para que le llegue la última frase de la canción (y un poquito enamorada)... Pero la princesa no está por la labor, o es que no quiere, de descifrar las sílabas entrecortadas y poco entendibles que como un farfullo barboteado entre el aire y el pegamento del esparadrapo que la princesa le puso forzada en la boca, hacen lo imposible por ser entendidas.
Inevitablemente el consciente gana y calibra la petición (Guarda ese recuerdo para ti y para mí). Como un ruego, como un por favor, como un intento del Rey por compartir algo de nuevo con ella, para volver a tener algo en común, algo de ellos, de los dos, como un nexo de unión entre ellos, para crearse un punto de donde partir con la esperanza, para sentir que sigue habiendo algo entre ellos, aunque sea solo un recuerdo.
Solo un "Álvaro..." por respuesta, ni un si ni un no, más bien un lo haré pero no se lo digas a nadie, ni tan siquiera a mí. El subconsciente lo tiene claro pero el consciente necesita camuflarlo tras el aire del nombre del Rey. Y de repente viene la batalla de gritos, y ella escuchándolos en su mente desde fuera, el consciente diciendo no me pidas eso que ahora estoy con nacho, he de luchar por la nueva relación a la que me he aferrado por quitarme el dolor del alma, el subconsciente reprochando que con él no tendría que luchar porque los sentimientos sencillamente son verdad. El consciente de nuevo gritando "no puede hacerle daño a Nacho, estaría muy mal" Touché. El subconsciente afirmando "lo hará porque aún desterrado en mi reino su amor sigue vivo en ella" Jaque mate.
Y todo se soluciona con el "solo te pido que no lo hagas aquí" del Rey, entendiendo la libertad de la princesa de hacerlo en cualquier otro sitio, sin cuestionar su nueva singladura con el caballero de la mesa redonda, sin vanidad, sin recelos, sumiso a la aceptación de su vida rehecha, arrodillado ante su decisión, reverenciando su búsqueda de la felicidad, pero invitándola a guardar para los dos ese lugar sagrado, retándole a la enmienda de conservar algo de los dos, su ascensor, su recuerdo, los momentos buenos, su amor.
Y el silencio de la princesa anuncia la decisión de aceptar o no el reto, el silencio hace audible su respuesta, entre trompetas y clarines, el silencio le susurró que iban a guardar ese recuerdo para los dos , por mantener viva la esperanza de sus deseos, se lo dijeron con la mirada. Sorprendentemente ni el consciente ni el subconsciente ganó la batalla, el silenció del consciente que no afirma ni desmiente su amor, se mezclo con el grito de amor desesperado que el subconsciente le custodia esperando su liberación, no se dieron cuenta de que había un tercero luchando en la batalla, y es que el amor es un Inconsciente ciego, sordo y mudo, con camisa de fuerza para dos.
Solo espero que el subconsciente no haya traicionado a esta humilde espectadora.
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