16 de Enero de 2008
Hoy nuestro rey ha sido menos rey que otros días. Tal vez dejo la corona sobre la cama y sus vestiduras en el perchero. Salió como un humilde campesino al encuentro de las verdades. Y las verdades duelen muchas veces aunque quien te las cuente sea tu fiel escudero. Entonces ante tal dolor la razón se desconecta de uno y acaba dominado por los impulsos, un puñetazo y ya esta todo dicho, o quizás no, quizás solo cuente la impotencia de saber que la verdad que te están contando es la única, pero te deja en mal lugar y el orgullo no te deja pensar, simplemente reacciones dominado por el agotamiento de no saber como cambiar eso.
Hoy nuestro rey se ha visto dominado por una verdad que le escuece el alma.
Salió de su presidio con la idea de recuperar lo que perdió, su revista, su princesa, su dignidad, su relación con su padre, su nobleza, su prestigio...pero el panorama que se encontró fue muy desolador. Su padre cedió las acciones de su reino a su eterno enemigo, su princesa rehizo su vida al lado de otro caballero de la mesa redonda, la gente de su pueblo sin ofrecerle apoyo y sin seguirle en la nueva singladura, repudiado por haber estado preso, viéndose relegado a mendigar un puesto inferior a su valía.... De repente se sintió sin oportunidades como quien inicia una batalla sin más efectivos que él mismo. Solo. Y en esa triste soledad el rey se pregunta como llegó a esto habiendo sido el príncipe heredero que todos vanagloriaban. Demasiadas cosas que afrontar, demasiados varapalos emocionales hasta para un rey.
Y en su desidia busca justificaciones y culpables, una explicación que no le lleve a la conclusión de que él y solo él ha sido el causante de su dolor. Consciente de que cometió errores se agarra a los momentos en que se sacrifico, en que hizo las cosas bien y se pregunta porque nadie se acuerda de esos momento. Esa impotencia de que los demás solo vean su parte más ruin sin concederle el beneficio de la duda, olvidando la protección y el apoyo que les brindo, enerva su locura y le hace recitar un montón de frases como escudos para la protección de su malherida esperanza. Reproches a su fiel escudero, precisamente a él porque es el único que le sigue viendo como rey, el único que se ha mantenido a su lado, el único hombro donde desahogarse, el único que esta ahí.
Nunca es tarde para darse cuenta de nuestros errores y el rey se tumbo bajo el dosel de su camastro y escribió sus verdaderos sentimientos en un papiro arrugado.
Voy moldeando mi espíritu maltrecho y castigado dando forma a mi vida, como se moldea el barro, quiero huir de los sentimientos y de la tristeza, quisiera correr como el viento… rápido como el agua.
Desnudo mi vida ante el espejo de mis recuerdos contemplo el reflejo de mis errores y de mis aciertos mientras lamo las heridas del pasado y de mis pecados que pesan como losas sin nombre en el cementerio de mis días. Voy buscando mi identidad incansablemente, busco la manera de convivir conmigo mismo y mis manías, de tragarme mi orgullo y fabricar con mis restos aquel mundo perfecto que una vez, no se si en sueños, conquiste. Quiero volverme a encontrar.
Me siento desorientado hoy en mi viaje, sin ti perdí la brújula que guiaba mi norte, no veo el final del camino, perdí la senda de mi juicio y ya no quiero mas hazañas, no quiero pensar en que punto de mi sendero me desvié, no quiero pensar donde empezaron mis pasos y en donde acabaré. No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento.
Quiero irme, aislarme, evadirme de mi mismo, dejar de ser por unos instantes y sentir solo el aire entrando en mis pulmones, sin saber ni conocer. Quiero sentir que mis acciones, mis aciertos, mis desgracias no tienen infinitos reflejos en angulosas vidrieras como ahora tienen. Quiero dejar de sentirme responsable de lo que a mí alrededor ocurre y sólo contemplar la puesta de sol que sucede aunque yo me oponga. No puedo aguantar más el sentirme responsable de los lamentos que a mí alrededor oigo como fúnebres aullidos en la noche. Y es que, sin duda, el pensamiento en exceso, lleva a la locura. Una locura que te va comiendo los adentros buscando respuestas a preguntas que ni siquiera tú sabes que existen. Los recuerdos corren mas que mi intento de olvidar y cuando aferrarse a nuevos sueños, esconderse en el alcohol, gritar l ironía y estallar en un puñetazo, no sirven de amnesia para la audacia de tus labios, no me queda mas remedio que someterme al ejército de cien mil duendes que me envías para recordarme quien tiene el poder, quien tiene la magia, quien anula mi voluntad para convertirme en su prisionero, también en su rey. Y yo se, y quiero creer que a ti te pasa lo mismo que te tengo cautivada, que llevas mi nombre mordido en tu boca desde aquella noche cuando te convertí en princesa.
No se cuál es mi pecado pero arrastro mis culpas por el mundo. Ciego ante una realidad que no asimilo. El vacío solitario de la culpa es algo que forma parte de mí ahora mismo. Me dijeron que no siguiera insistiendo, que para mi quieres estar muerta.
Pues para mí tus dedos no han muerto, los siento nadar en el mar de mi espalda, dibujando en el bravo oleaje de mi alma dos palabras. Para mi tu sonrisa no ha muerto, procuré guardarla en la caja de la cometa que me regalaste, paraíso perdido donde paseo cuando tu imagen agrede mi recuerdo. Para mi tus ojos no han muerto, los escondí en la esencia de mis palabras y juguetean graciosos cuando jugueteo gracioso a ser poeta. Para mi tu pelo no ha muerto, sigue siendo lira clandestina donde puedo tocar cuando estoy triste las prohibidas notas de nuestra canción prohibida. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué? Una mañana deprimida...Una mareo incesante...Una mirada dolida…Una lágrima seca...Un lamento escueto... Un golpe certero... Un adiós asesino...Y todo se vino abajo.
A veces, cuando estoy ante tu tumba, una lágrima está a punto de traicionarme. Pronto recuerdo que no has muerto, que estás aquí conmigo. ¿Sabías que ayer, estando yo borracho de tristeza. , llamaron a la puerta de mi corazón tus dedos, tu sonrisa, tus ojos y tu pelo? Iban con la capa funesta, y yo, que no entiendo de estigmas, les abrí la puerta.
Encontré que uno siempre busca lo que encuentra, pero también que cuando se cree estar preparado para cualquier cosa, cualquier otra pasa, y entonces todo cambia de rumbo.
¿Que porque me enojo contigo? Bueno, porque siento que aun no te has ido, porque no me gritaste en la cara tu desprecio, porque no cortaste el lazo que nos unía, solo abandonaste tu extremo, y yo me quede al otro lado, sosteniendo el mió, esperándote para continuar siendo lo que queríamos ser.
Soy tan frágil que lo oculto, porque soy hombre, soy rey y como tal no puedo llorar. Pero mi orgullo sigue vivo e inventaré nuevos pasos que me acerquen a ti.
Hoy nuestro rey se ha visto dominado por una verdad que le escuece el alma.

Salió de su presidio con la idea de recuperar lo que perdió, su revista, su princesa, su dignidad, su relación con su padre, su nobleza, su prestigio...pero el panorama que se encontró fue muy desolador. Su padre cedió las acciones de su reino a su eterno enemigo, su princesa rehizo su vida al lado de otro caballero de la mesa redonda, la gente de su pueblo sin ofrecerle apoyo y sin seguirle en la nueva singladura, repudiado por haber estado preso, viéndose relegado a mendigar un puesto inferior a su valía.... De repente se sintió sin oportunidades como quien inicia una batalla sin más efectivos que él mismo. Solo. Y en esa triste soledad el rey se pregunta como llegó a esto habiendo sido el príncipe heredero que todos vanagloriaban. Demasiadas cosas que afrontar, demasiados varapalos emocionales hasta para un rey.
Y en su desidia busca justificaciones y culpables, una explicación que no le lleve a la conclusión de que él y solo él ha sido el causante de su dolor. Consciente de que cometió errores se agarra a los momentos en que se sacrifico, en que hizo las cosas bien y se pregunta porque nadie se acuerda de esos momento. Esa impotencia de que los demás solo vean su parte más ruin sin concederle el beneficio de la duda, olvidando la protección y el apoyo que les brindo, enerva su locura y le hace recitar un montón de frases como escudos para la protección de su malherida esperanza. Reproches a su fiel escudero, precisamente a él porque es el único que le sigue viendo como rey, el único que se ha mantenido a su lado, el único hombro donde desahogarse, el único que esta ahí.
Nunca es tarde para darse cuenta de nuestros errores y el rey se tumbo bajo el dosel de su camastro y escribió sus verdaderos sentimientos en un papiro arrugado.
Voy moldeando mi espíritu maltrecho y castigado dando forma a mi vida, como se moldea el barro, quiero huir de los sentimientos y de la tristeza, quisiera correr como el viento… rápido como el agua.
Desnudo mi vida ante el espejo de mis recuerdos contemplo el reflejo de mis errores y de mis aciertos mientras lamo las heridas del pasado y de mis pecados que pesan como losas sin nombre en el cementerio de mis días. Voy buscando mi identidad incansablemente, busco la manera de convivir conmigo mismo y mis manías, de tragarme mi orgullo y fabricar con mis restos aquel mundo perfecto que una vez, no se si en sueños, conquiste. Quiero volverme a encontrar.
Me siento desorientado hoy en mi viaje, sin ti perdí la brújula que guiaba mi norte, no veo el final del camino, perdí la senda de mi juicio y ya no quiero mas hazañas, no quiero pensar en que punto de mi sendero me desvié, no quiero pensar donde empezaron mis pasos y en donde acabaré. No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento.
Quiero irme, aislarme, evadirme de mi mismo, dejar de ser por unos instantes y sentir solo el aire entrando en mis pulmones, sin saber ni conocer. Quiero sentir que mis acciones, mis aciertos, mis desgracias no tienen infinitos reflejos en angulosas vidrieras como ahora tienen. Quiero dejar de sentirme responsable de lo que a mí alrededor ocurre y sólo contemplar la puesta de sol que sucede aunque yo me oponga. No puedo aguantar más el sentirme responsable de los lamentos que a mí alrededor oigo como fúnebres aullidos en la noche. Y es que, sin duda, el pensamiento en exceso, lleva a la locura. Una locura que te va comiendo los adentros buscando respuestas a preguntas que ni siquiera tú sabes que existen. Los recuerdos corren mas que mi intento de olvidar y cuando aferrarse a nuevos sueños, esconderse en el alcohol, gritar l ironía y estallar en un puñetazo, no sirven de amnesia para la audacia de tus labios, no me queda mas remedio que someterme al ejército de cien mil duendes que me envías para recordarme quien tiene el poder, quien tiene la magia, quien anula mi voluntad para convertirme en su prisionero, también en su rey. Y yo se, y quiero creer que a ti te pasa lo mismo que te tengo cautivada, que llevas mi nombre mordido en tu boca desde aquella noche cuando te convertí en princesa.
No se cuál es mi pecado pero arrastro mis culpas por el mundo. Ciego ante una realidad que no asimilo. El vacío solitario de la culpa es algo que forma parte de mí ahora mismo. Me dijeron que no siguiera insistiendo, que para mi quieres estar muerta.
Pues para mí tus dedos no han muerto, los siento nadar en el mar de mi espalda, dibujando en el bravo oleaje de mi alma dos palabras. Para mi tu sonrisa no ha muerto, procuré guardarla en la caja de la cometa que me regalaste, paraíso perdido donde paseo cuando tu imagen agrede mi recuerdo. Para mi tus ojos no han muerto, los escondí en la esencia de mis palabras y juguetean graciosos cuando jugueteo gracioso a ser poeta. Para mi tu pelo no ha muerto, sigue siendo lira clandestina donde puedo tocar cuando estoy triste las prohibidas notas de nuestra canción prohibida. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué? Una mañana deprimida...Una mareo incesante...Una mirada dolida…Una lágrima seca...Un lamento escueto... Un golpe certero... Un adiós asesino...Y todo se vino abajo.
A veces, cuando estoy ante tu tumba, una lágrima está a punto de traicionarme. Pronto recuerdo que no has muerto, que estás aquí conmigo. ¿Sabías que ayer, estando yo borracho de tristeza. , llamaron a la puerta de mi corazón tus dedos, tu sonrisa, tus ojos y tu pelo? Iban con la capa funesta, y yo, que no entiendo de estigmas, les abrí la puerta.
Encontré que uno siempre busca lo que encuentra, pero también que cuando se cree estar preparado para cualquier cosa, cualquier otra pasa, y entonces todo cambia de rumbo.
¿Que porque me enojo contigo? Bueno, porque siento que aun no te has ido, porque no me gritaste en la cara tu desprecio, porque no cortaste el lazo que nos unía, solo abandonaste tu extremo, y yo me quede al otro lado, sosteniendo el mió, esperándote para continuar siendo lo que queríamos ser.
Soy tan frágil que lo oculto, porque soy hombre, soy rey y como tal no puedo llorar. Pero mi orgullo sigue vivo e inventaré nuevos pasos que me acerquen a ti.
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