sábado, 12 de enero de 2008

Debe

8 de Enero de 2008
Hoy soy una espectadora afortunada. El retorno del Rey ha emitido dos capítulos seguidos, claro que ayer no emitió ninguno, así que al final me quedo con los mismos capítulos por semana de siempre.

Pero estoy contenta porque esta semana ha empezado con una aire nuevo, como dije en una página anterior se vislumbra un aroma de esperanza y un sabor a reconquista. Se ve escondido entre los gestos, se intuye en las pupilas, se adivina en el subconsciente y se disimula en las palabras. Quizá solo sea un sentimiento mió, quizá escucho demasiadas bosanovas. Y me da por pensar en lo que deben sentir ellos, nuestro rey y nuestra princesa, esos sentimientos invisibles que solo vienen difuminados en los guiones y que ellos dibujan en su interpretación. Esos sentimientos invisibles, imperceptibles, intangibles, pero que existen, que están allí como un magnetismo, como una corriente, como una atracción igual que el astro Rey y la madre Tierra, una fuerza de gravedad que emana de sus almas. Y yo, curiosa de estas invisibilidades, me pregunto que debe pensar ella, que debe hacer y sentir. Y me lo pregunto por ella porque lo que siente él lo tengo claro, él lo tiene claro. ¿Pero ella? ¿Debe sentir cosas?

A mi me da la sensación de que nuestra princesa a veces debe sentirse sola, su habitación tiene lo justo, y debe pasarse las horas muertes reflexionando sobre su propia existencia, sobre su nueva relación junto al caballero de la mesa redonda Nacho, debe sentirla insignificante, tan pequeña al pensar en el momento que estuvo a su lado, al lado de él, al lado del príncipe retornado en Rey.

Debe pensar que por un tiempo él creó su propio universo a raíz de un sentimiento hacia ella. Y en esos instantes, que debe de estar pensando encerrada en su castillo, la habitación le debe parecer inmensa para tan poco ruido, debe de sentirse como un granito de arena en el desierto, puede llegar a ser nada, nada es en este instante, porque nada tiene claro, porque todo se oculta. Debe de llegar ha hacer magia cuando recuerda lo mágico de los besos de él, debe de arder en deseos si sueña con el calor de sus te quieros, debe de arder, debe de quemar porque sabe que no lo tiene, que ella lo alejó, lo aleja, y debe de seguir soñando que vuelve entre sus brazos, debe de atar los recuerdos para no dejarlos olvidados, debe de atar el corazón porque siente que en cualquier momento caerá al suelo en mil pedazos y entonces...¿ cuando ya no quede nada que palpite? ¿Seguirá siendo más nada que antes? Debe de saber que si sus ojos se cruzan en su camino una atracción inminente la atrae de repente a sus brazos, debe saberlo porque en sueños lo llamaba, lo debe saber, lo debe saber porque hasta ahora sigue viendo el hilo aquel que los ataba, debe saberlo, porque el alma, desconsolada todavía, debe de estar viva con la esperanza de que algún día llegará a levantarla. Debe de ser la esperanza con quien convive, con quien habla de madrugada, rogando que siga allí, nuestra princesa debe de tener esperanzas de llevar su vida a su camino, al de los dos.

A veces no debe de tener con quien hablar, su reflejo, sus lágrimas a escondidas, sus palabras, sus letras en la pantalla, su desahogo, su descanso, su momento....su pérdida. Debe de pensar que su batalla no está aún perdida, sigue respirando, debe de haberse puesto tiritas en las heridas, creadas por sus manos, tiritas que sin darse cuenta se fue creando, tiritas que no evitan que siga sangrando.

A veces debe de sentir que él está y debe preguntarse si el Rey quiere estar ¿debe querer que esté? debe preguntarse que quiere en realidad.

A veces debe de evitar la realidad ¿qué realidad? Debe de saber que no está, que ni en sueños lo encontraba, que jamás estará. Que si el amor se ha acabado para que va a continuar, para que se va a esforzar y debe de darse cuenta de que le queda una vida, debe de ponerse a pensar ¿si al final de su camino con el Rey, les hubiera esperado la felicidad?

A veces debe evitar pensar porque le quiso tanto, porque aunque lo evite siempre está, por mucho que evite ella debe saber que en un rinconcito siempre él estará. Debe sentir que no hay rencores, debe sentir que lo malo quedó olvidado, ¿para que recordar? si lo bueno que hizo el tanto amar, debe sentir que todo va bien, debe sentir todo eso, debe sentir que ganó, que se quedó, que le conquistó, que le enamoró pero olvidó...

Así que ha veces debe colarse por su ventana, la de las estancias del retornado rey, y debe dejarle un beso en su almohada y debe salir de puntillas con el aire, sin ruido, sin miedo a que la olvide, sin miedo a olvidarle, porque en ese momento el Rey debe de atraparla en sueños para pedirle que ella lo ame. Debe.

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