martes, 15 de enero de 2008

El loco que anda por encima de su pena


15 de Enero de 2008

Después del varapalo de ayer, hoy nuestro rey se ha topado con la realidad que no quiere ver. Una vez uno ha sido prisionero, le quedan las señales enrojecidas de las cadenas de las mazmorras para siempre clavadas en la piel, injusto pero así son las cosas.

Salió a su reino con el ansia de empezar de nuevo con la labor que dejó antes de ser atrapado, en el mismo punto en que lo dejó, ni por un momento se detuvo a pensar que las cosas habían cambiado, que los demás habían cambiado su concepto de él.

Para él mismo, él sigue siendo el príncipe heredero, el nuevo rey, el mismo noble caballero capaz de entusiasmar al pueblo, el mismo soñador dispuesto a expandir sus tierras, el mismo capaz de gobernar con excelencia su feudo, la misma persona de siempre, con sus limitaciones, con sus capacidades, el sabe que tiene virtudes que pueden llevarle alto, el se siente igual que siempre.

Pero para los demás no es más que un mediocre hereje, un ex-convicto, un ser acabado que descendió del cielo a los infiernos. Todos los que en un pasado se arrodillaban ante él haciéndole reverencias ahora no ven nada más que una marca de barrotes y cadenas, sus virtudes han desaparecieron de su alma y solo queda de él la imagen de un triste bufón lleno de cascabeles que emiten mucho ruido y pocas nueces. Ni los demás son capaces de ver el rey que es, ni él es capaz de entender la actitud del pueblo.

Después de constatar su desdicha, después de ver como todos le daban la espalda y le giraban la cara, el rey cogió su corcel y se adentro dando un lánguido paseo por el bosque, la niebla y la oscuridad acompañaban su pensamiento. Sin hambre ni calma se fue comiendo la noche que le alejaba. Bajó de su caballo y siguió la senda a pie, sin rostro ni alma caminaba en busca de un rumbo que le llevase a la boca de la princesa, porque a pesar de ser repudiado por todos lo que mas le dolía era ella.

Como le dijo la princesa al fiel escudero del rey "cada vez que me acerco a él le hago más daño". Quizás también cada vez que el rey está cerca de ella le esté haciendo daño , el dolor de quererle y tener que esconderselo.

- Caminos de nadie, pensaba el rey mientras andaba junto a su caballo , la gente no me mira a la cara que no tengo, y soy nadie porque sin ella no puedo ser otra persona, y ando, pero sigo encima de mis pasos, y ando, pero no me marcho de mí.

Cansado, marcó el límite en la última piedra del camino polvoriento, unos metros para estar loco, unos metros para resumir un camino, unos metros para encontrarse o para perderse. Lágrimas de una despedida sin ella, un abrazo con el aire, su voz descrita en el silencio, se terminó su reinado y ella no estaba a su lado para curarle las heridas, está con otro y en ese final su mente se hundió sin dar la cara, luego senderos rotos.

- Y yo soy el loco que anda por encima de su pena, y yo soy el loco que huye de sus pasos, estos pies cansados son solo desidia que arrastra un cuerpo, ya no se si me muevo yo o se escapa el suelo, ya no tengo cara, ya no se oye la vida pasar, pues hace cuatro pasos se me cayó el corazón, mientras en la rivera recuerdos atropellados me acumulan apetitos de seguir hacia la nada, ya no tengo alma, ya no recuerdo nuestros pasos, ya no encuentro nuestras caras. Por favor si algún día se cruzan con mi cuerpo, no me tengan en cuenta, no traten de dibujar mi cara, no intenten recordarme, no se puede recordar la nada, por favor no me comprendan que yo no tengo sentido sin ella. No son ni los barrotes, ni los muros. Porque yo me encuentro encerrado dentro de mi mismo, y debo lidiar con eso día a día, noche a noche. Quizás no deba rendirme, quizá deba plantearme empezar de cero, crearme un nuevo reino donde siempre exista una corona para ella.

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