Para hacer tiempo mientras no empieza la serie de “El retorno del Rey” os voy a ir contando las cosas que se me ocurren pensando en la antigua serie que he dejado de ver y la nueva. Pues bien ¿Sabéis que he descubierto? Que las princesitas de cuento se han vuelto locas, ya no son lo que eran.

Blancanieves se ha cansado de ser una trabajadora del hogar sin remuneración ni seguridad social, infravalorada y esclava de los quehaceres diarios, que no se siente realizada, se ha cansado de ir detrás de los siete enanitos haciéndole la colada y de que su príncipe esté todo el día andando por el bosque a lomos de su brioso corcel sin hacerle caso. La Cenicienta esta harta de tanto vestido largo, volantes y diademas de brillantes, lo que quiere es abrir una cooperativa de ropa para mujeres elegante pero cómoda, nada de corsés que oprimen su existencia. La bella esta cansada de encontrarse pelos en la bañera y de vivir apartada de todo en el gran palacio, quiere salir, ver mundo, conocer a gente. Aurora, la bella durmiente, se ha sacado la carrera de diseño industrial y tiene intención de crear una rueca para hacer hilo que no lleve aguja a pesar de que al príncipe no le hace ninguna gracia que lo haya dejado de atender y este todo el tiempo en su estudio trabajando. Jasmin quiere montar una ong que ayude a los más desfavorecidos, entregando parte de sus posesiones, a lo que el príncipe Ali se ha opuesto. Alicia quiere ser la presidenta del gobierno de su país, El país de las maravillas….
¿Qué les ha pasado? Pues la modernidad, han dejado de ser mujeres subyugadas a una vida de encierro en palacio atadas a un mundo evidentemente masculino, sus roles de mujeres sumisas que no pueden hacer otra cosa que cuidar del palacio y de sus hombres ha dejado de llenarles, mujeres que dan amor y cariño pero que también necesitan recibirlo, quieren ser ellas, quieren sentirse realizadas y llenar sus vidas, quieren sentirse útiles y hacer valer sus derechos. Están hartas de que los salvadores y protectores sean ellos, los príncipes, de que sean tan estupendos, ellas se han dado cuenta de que pueden crecer como personas, que son tan válidas como sus reales maridos, pero son conscientes de sus limitaciones haciendo de sus imperfecciones un reto que mejorar, y es que vivir encerrada en el castillo con alguien tan perfecto quema mucho.
Lo mejor de todo fue el otro día que estaba una princesa leyendo un libro en el jardín de palacio cuando llegó un príncipe de un lejano país, atraído por las noticias de su sabiduría y quiso verla. La princesa, curiosa, aceptó y le invitó a tomar una limonada porque hacía mucho calor. Él, nada más verla, impresionado por su belleza, cayó a sus pies y le propuso matrimonio. La princesa, asombrada, lo miró fijamente diciéndole: perdone, caballero, usted y yo no nos conocemos de nada así que no sé cómo se atreve a pedirme que me case con usted. ¿Acaso sé yo si usted tiene buen carácter, si es simpático, si le gusta la música o si sabe cocinar perdices? ¿Me ha preguntado si yo tengo un amor, si me gustan los hombres o si tengo interés en casarme? La princesa cogió de nuevo el libro y siguió leyendo. El príncipe, cabizbajo, se dio media vuelta y se marchó pensando que se había equivocado de cuento.
Viendo el panorama de las princesas de cuento he podido entender mejor a la princesa de nuestra serie. Al principio creí que Beatriz iba a ser la típica princesa de cuento clásico a la que le pasaría algo parecido a lo de su colega la Cenicienta. Pero no, como he dicho antes las princesas ya no son lo que eran. Nuestra princesa también se ha unido a la liberación de las mujeres “reales”. La princesa de nuestra serie no es una mujer florero, tiene una gran inteligencia, con un nivel alto de estudios, con un montón de premios y quiere sentirse realizada, es una persona capaz de valerse por si misma, sabe enfrentarse a las situaciones más adversas, es fuerte, luchadora. Una princesa típica y clásica que ha ido evolucionando y madurando como mujer, es una princesa de hoy, actual y moderna, aunque no le vendría mal que la Cenicienta le mandara a una de sus hadas madrinas para cambiarle ya el look.
La cuestión es que el príncipe del que se enamoró, el príncipe Aguilar, tampoco es un príncipe al uso. Aunque es apuesto y guapo como los demás príncipes, este era un poco vividor, estaba prometido con otra princesa, tenía una vida de noble caballero y todo le fue bien hasta que se vio obligado a engañar y cometer ciertas ilegalidades por salvar el reino que tanto le había costado a su padre, el Rey Francisco, levantar. Y no hubiera pasado nada si el príncipe no estuviera locamente enamorado y rendido a sus encantos. Pero es así, y tras pagar sus errores encerrado en las mazmorras y ser despojado de sus posesiones, ha regresado dispuesto a recuperar lo que perdió, su trono, su reino y el amor, se ha convertido en el príncipe valiente del cuento. ¡¡Y ella sin enterarse!!
Como cualquier princesa Beatriz necesita que la quieran y encontrar el amor, pero no a cualquier precio. También quiere que la escuchen, que la valoren, que se preocupen por ella, que se preocupen por conocerla, por saber sus gustos, sus preferencias, que la respeten como persona y como mujer… Mientras el príncipe ha estado encerrado ella a ido reponiéndose de sus heridas y ha decido quedarse con el príncipe perfecto de cuento de hadas que la rondaba desde hacía tiempo, el príncipe Nacho. Un príncipe que ha sabido darle todo lo anterior. Pero me da la impresión que le va a pasar como a las demás princesas, que tanta perfección la acabará agobiando. Lo que no sabe ella es que el príncipe Aguilar, del que se enamoró ha dejado de ser el príncipe canalla que resultó ser rana y se ha convertido en el príncipe valiente de sus sueños, esta vez capaz de quererla, entenderla, escucharla, aceptarla tal como es, de darle su espacio, de hacerla feliz. Y así esta ella, como una princesa actual y de hoy en día, intentando escribir su cuento de hadas con su príncipe perfecto, nada reprochable, lo malo es que en su afán de ser una princesa liberada, se esta equivocando de príncipe.
En esta nueva serie veremos a esa princesa, que intentará ser feliz con el príncipe perfecto, que ira poco a poco descubriendo que su antiguo principe ha cambiado, se dará cuenta de que nunca ha dejado de amarle y que ha madurado, que dudará con cual de los dos irse a palacio, si escuchar a su corazón y volver a ser un princesa clásica o apostar por la razón, porque por mal que le pese y por muy liberadas que estén ahora las princesas de cuento, en sus cuentos, príncipe solo hay uno.
Esperemos esta vez no habernos equivocado de cuento.
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